De las cartas y los telegramas al WhatsApp e Instagram
A lo largo de los años, las cosas han ido evolucionando por y para una mejora. Hasta ahora, todos los grandes cambios que ha habido han sido realizados con la finalidad de facilitar la vida al ser humano. Pero llegados a este punto, yo me pregunto ¿estamos facilitando las cosas para llegar a hacer de este, un mundo mejor, o estamos perdiendo la capacidad de realizarlas por nosotros mismos?
Durante mi proceso madurativo, me he dado cuenta de que lo que para mí es y siempre ha sido de las cosas más importantes, se ha ido perdiendo con el paso de los años. Y eso tan importante de lo que hablo, es la comunicación.
Hoy en día, los jóvenes, al haber nacido en una era digital, tenemos todo tipo de recursos e información a nuestra disposición y estamos acostumbrados a recibirla de manera inmediata. Vivimos en una generación donde no se le da tanto valor al mensaje ni a la riqueza de este, pero, en cambio, si se le da a la inmediatez y a la velocidad en la que se libera el contenido. Lo que en lugar de aportarnos, se acaba derivando en frustración si la información no se recibe con la celeridad que uno espera.
La problemática detectada es que actualmente el código y el mensaje, dejan de cumplir la normativa y el buen uso del mensaje aplicado, para centrarse únicamente en el contenido. A raíz de esto viene que cada vez se abrevian más palabras, se eliminan fonemas, y a veces se sustituyen las palabras por elementos gráficos como infografías o emoticonos.
Llegados a este punto, encontrar grupos de jóvenes que no interactúan entre ellos y se esconden tras una pantalla, junto a observar como se presta más atención a un dispositivo electrónico que a una persona. Son situaciones comunes, donde lo más asombroso, es que están tan normalizadas, que ni siquiera nos sorprenden. Por lo que tras contemplar este tipo de situaciones y hacerme la cuestión inicial, supe que mi trabajo debía hablar de esto.
Las nuevas generaciones prestan más atención a los dispositivos electrónicos que a la interacción cara a cara.
Al tener tan claro el tema en el que me quería centrar, me puse a investigar, y ¿a que no sabéis qué? En los últimos años, el porcentaje de uso de la tecnología para comunicarse ha experimentado un aumento exponencial.
A principios de 2024, España contaba con 60.44 millones de conexiones al móvil activas, lo que equivale al 127.2% de la población total. Asimismo los datos del informe de ditrendia indican que el 92,4% de las personas que tienen un teléfono móvil lo utiliza para conectarse a internet, cuando el porcentaje de la población total que lo utiliza, no es ni más ni menos que del 96%.
Con todo esto, lo que quiero decir, es que anteriormente el uso de dispositivos electrónicos era muy poco frecuente y solo aquellos privilegiados podían acceder a este tipo de recursos. Hoy en día, cualquiera puede acceder a todo tipo de información y comunicarse con otras personas sin importar la distancia que exista entre ellas.
Por tanto, estos datos, demuestran como la tecnología sigue evolucionando y modificando la forma en la que nos comunicamos e interactuamos, creando nuevas oportunidades pero también generando obstáculos. Donde las diferencias en los medios de comunicación, pueden provocar un distanciamiento entre las generaciones más jóvenes y las más mayores, que todavía prefieren medios más tradicionales como las llamadas telefónicas o las conversaciones cara a cara.
Incluso, me atrevería a añadir, que esta "evolución" ha provocado tanto una dependencia hacia los dispositivos electrónicos como una distorsión de lo que es la realidad y el mundo real a los jóvenes.
El propósito de este trabajo es explorar estos cambios en profundidad y llegar a entender como hemos llegado al punto en el que nos encontramos. Para ello, voy a realizar un estudio donde investigaré los diferentes canales de comunicación a nivel nacional en el último siglo. Me centraré en como las diferentes generaciones han adaptado su forma de comunicarse en función de los medios disponibles y las tendencias sociales y tecnológicas de cada época. Averiguaré los diferentes tipos de mensajes, canales y códigos utilizados dentro del lenguaje de la comunicación, con la esperanza de encontrar un punto en común que los unifique dentro de las diferentes generaciones. Analizaré las diferencias en el uso de los canales por parte de las diferentes generaciones y los factores que han influido en estas variaciones.
La parte práctica consistirá en la elaboración de encuestas y entrevistas a personas de diferentes edades con el objetivo de identificar sus percepciones, preferencias y dificultades en la comunicación. Como cierre, se presentarán las conclusiones, que sintetizaran los hallazgos y propondrán estrategias para mejorar la comprensión y el diálogo intergeneracional.
La motivación para llevar a cabo este trabajo, nace de una doble pasión personal. Principalmente, mi interés por el mundo de la comunicación, un ámbito que siempre me ha fascinado y en el que deseo desarrollarme profesionalmente. Por otro lado, el vínculo emocional que comparto con mis abuelos, que me han transmitido una valiosa perspectiva sobre como era la comunicación en otras épocas. Sus historias y experiencias han sido una fuente de inspiración constante y este trabajo pretende ser un homenaje tanto a su contribución como a la de todas las generaciones anteriores, sin las cuales no hubiéramos llegado al punto donde estamos hoy.
Es por esto que de este trabajo, tengo tres únicos deseos. Principalmente, desearía que no se queden en el olvido los millones de anécdotas, experiencias, pensamientos y vivencias de los más mayores. Acumuladas en miles de cartas, libros y prensa que están abandonadas hoy en día en nuestras hemerotecas. Ya que el valor que reside en ellas es infinitamente mayor que el papel y la tinta que los componen.
Y en segundo lugar me gustaría dejar muy patente, por no decir, en evidencia, la hipocresía, la falta de verdad, y la alteración de la información tanto en las redes sociales como en algunos canales de comunicación usados por los más jóvenes.
En tercer lugar, y el que para mí es el más importante; desearía que después de que me hayas acompañado por todas estas páginas de este apasionante análisis de la comunicación de los últimos 100 años. Puedas valorar por ti mismo/a, con espíritu reflexivo y crítico, la evolución de la comunicación y cómo te gustaría que evolucionara en los próximos años. En ese caso, solo en ese caso, estaré satisfecha de todo el esfuerzo realizado.